lunes, 8 de julio de 2019

UDI 7: El avión sin pasajeros


¿El avión sin pasajeros?


En una noche tormentosa como las que suelen haber en los altos paramos andinos con rayos, truenos y centellas, Miguel escuchaba un nuevo ruido como el ronroneo de un lejano motor pero este se acercaba rápidamente.



En ese instante pensó Miguel; ¿Quién será el loco que esta volando ese avión por estas cumbres? Cuando de improviso escucho un nuevo estruendo casi cerca de la casa, volvió a pesar para su interior ¡Caramba se estrelló ese hombre...!

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Resolvió levantarse de la hamaca y vestirse rápidamente, llamo a gritos a sus tres hijos varones mientras María su esposa despertaba preguntado:

¿Qué pasa Miguel...?

¡No oíste María, el avión...!



Se estrelló aquí cerca dijo Miguel, saliendo hacia el zaguán de la pequeña casa donde habitaba, ya afuera con sus tres muchachos a medio vestir le preguntaban papá hacia donde vamos, a ver dijo Miguel asomándose al patio tras la torrencial lluvia, vamos a subir hacia allá señalando un cerro donde tenían un sembrado de ajos, y de ahí nos orientamos, traigan linternas, los cuchillos, y algunas cuerdas, vamos a ver en que podemos ayudar, se colocaron sus abrigos, tomaron algunos plásticos y salieron todos juntos hacia el cerro cercano.



Ya en ese sitio mucho mas alto y despejado empezaron a mirar para todos lados cuando Julio el menor de los hijos dijo, papá es por allí, se ve un incendio y con esta lluvia no hay duda.

Ya ubicado el sitio todos corrieron hacia donde señalaba Julio, el avión había caído en medio de otro pequeño sembrado de ajos donde por cierto todos habían estado esa mañana abonando él cultivo, y se conocían de memoria el camino por la cantidad de veces que habían subido sacos de abono hacia esa pequeña parcela de siembra, al llegar todo era silencio tan solo se oía el chisporrotear de las llamas el crujir del metal caliente de los motores y partes incendiadas de las alas que cuando le caían las gotas de agua fría, producía un peculiar sonido como cuando cae agua en aceite hirviendo en una sartén.



Todo el avión lucia desmembrado, desintegrado parcialmente, objetos, partes de metal, piezas de plástico, butacas y maletas todo esparcido y oliendo a gasolina, pero no encontraban a nadie, ningún cuerpo, por mas que se empeñaron en rescatar a una persona no localizaban ningún cuerpo, ni a los miembros de la tripulación, ni a los pasajeros, llegaron hasta lo que quedaba de la parte delantera del avión, veían la cabina toda retorcía pero no encontraban a nadie.



Ante este misterio Miguel resolvió mandar a Julio hacia la casa para que llevara un mensaje hacia el comisario del caserío al cual pertenecía su humilde casa, mas o menos unos 4 kilómetros mas abajo donde unas 20 casitas de otros lugareños vivían, anda y dile al Don José "El Comisario" que venga a ver lo que paso, dile lo que viste, pero dile que antes de venir mande a alguien al pueblo a buscar mas ayuda, el muchacho salió raudo y veloz con sus 14 años, corría cerro abajo a través de los caminos de la montaña hasta que llego jadeante a casa de Don José, tocando apresuradamente la puerta de la casa, Doña Matilde se levanto y pregunto:

¿Quien es y que quiere...?

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A lo que Julio contó todo lo que había pasado, dijo doña Matilde válgame Dios y ese sinvergüenza no se quedo anoche en la casa, esta abajo en el pueblo, quien sabe con quien anda, ve y busca ayuda al pueblo le dijo doña Matilde. Pero queda muy lejos para ir a pie, coge la mula que esta afuera ponle el bozal y no pierdas tiempo, yo voy a avisar a los del caserío y vamos a subir a casa de tu mamá a ver en que podemos ayudar.



Julio se monto en la mula vieja y salió por el camino hacia el pueblo, pensaba para sí en la oscuridad de la noche, menos mal que este animal se conoce este camino por que lo que soy yo no veo nada, y menos con esta lluvia. La mula apretaba mas el paso, sabía que iba hacia el pueblo y más rápido caminaba porque cada vez que iba allá le daban buen pasto y melaza.



Julio no hacia nada mas que agarrarse de la crin de la mula que ya dejaba el paso, iba más trotando o casi galopando cerro abajo, ya muy cerca del pueblo a la entrada estaba la bodega de Don Lucio allí veía luz y gente.



Dirigió su cabalgadura hacia la bodega, cuando todos salían a ver quien era el loco que venia con esa lluvia corriendo, pues en el silencio de la noche los cascos de la mula retumbaban como tambores de guerra.



¿Pero si es el hijo de Miguel que habrá pasado? se preguntó Don Lucio...

A ver hijo mío, que te trae con esa mula a estas horas de la noche le preguntaron todos a Julio.



¡Epa! Dijo esa mula es mía, tu que haces con ella, dijo Don José.

A ver qué pasa, dijeron todos de los concurrentes.

Dale un vaso de licor para que se caliente, dijo otro.



Bueno Don José es que Doña Matilde me dijo que lo buscara por lo que pasó, dijo el muchacho.

Acaba de contar que es lo que pasó, dijo Don Lucio.

Les relato lo ocurrido en la siembra de ajos, revolucionándose el ambiente, todos salieron a despertar y dar la alarma al pueblo. Otros a preparar las bestias para subir al sembrado de Miguel.

Bueno habrá que enviar a alguien a la policía para avisar, dijo Don José.



Ya todos subían hacia la finca de Miguel preparados para socorrer a los ocupantes del avión.

Doña Matilde y otros del caserío ya habían llegado a casa de Miguel y con María preparaban un fuerte café para paliar el frío del páramo, todos en la casa señalaban hacia donde se veían aun las llamas del incendio.



A todas estas Miguel y sus otros dos muchachos revisaban y revisaban y no encontraban a nadie, por mas vueltas que dieron no habían gente, que extraño se decía para sus adentros, seria que saltaron en paracaídas se preguntaba, pero este avión no es militar es de pasajeros se ven ropas y maletas por todos lados y la gente donde está, continuaba preguntándose Miguel.



Ya casi amanecía cuando empezó a oír gritos entre la niebla.

Miguel, Miguel, Miguel, donde estás?

A lo que él respondió es ¡Por aquí!



Vio cuando Don José y los del pueblo llegaban presurosos todos nerviosos y agotados de tanto subir, ¿A ver que encontraste? dijo Don José, Mire, por allí están los motores aun echan fuego y humo, por aquí parte del avión y un ala, por este otro lado esta la cabina (parte delantera del avión) pero yo no encuentro a la gente, le dijo en tono bajito y casi al oído.



Será que no tenías luz para ver, bueno ya casi amanece con la luz del sol podremos ver mejor, dijo Miguel. Bueno muchachos a buscar la gente que venia en este avión dijo Don José, y todos empezaron a escarbar bajo los escombros del avión volteando las piezas grande y pequeñas pero luego de pasar casi mas de dos horas buscando en vano todos se acercaron a donde Don José y le dijeron que a pesar de ser ya de mañana y con buena luz no habían encontrado a nadie.



Que extraño, muy extraño se decían todos, y ¿dónde están? empezaron a decir, ya entrada la mañana casi cerca del medio día llegaron los policías y bomberos de la ciudad más cercana todos ellos presurosos preguntaban dónde están los heridos y muertos, sobrevivió alguien preguntaban otros.



Don José llamo a todos y les dijo, bueno yo no se que paso aquí, el avión esta ahí todo destrozado pero gente viva o muerta no hay, por mas que buscamos no encontramos a nadie. Y ahora que vamos a hacer, se preguntaban otros, como decimos que no encontramos a nadie, quien nos va a creer.



Bueno yo solo sé que de ese golpe que se dieron con el suelo todos deberían estar muertos, y los muertos no caminan, donde están vete tú a saber, dijo otro. ¿Y si el avión venia sin pasajeros quien lo pilotaba?, no lo sé, pero por lo menos habría una persona y no encontramos a nadie, gritaba Don José.



Y en ese instante otra vez los gritos, ¡¡¡Daniel, Daniel!!! ¡¡¡Despiértate que se te hace tarde para ir a clases!!!, dijo mi mamá. Me desperté y me levante tan sobresaltado, tan sobresaltado que no supe en que termino lo del avión sin pasajeros.
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