¿El avión sin pasajeros?
En una noche tormentosa como las que suelen
haber en los altos paramos andinos con rayos, truenos y centellas, Miguel
escuchaba un nuevo ruido como el ronroneo de un lejano motor pero este se
acercaba rápidamente.
En ese instante pensó Miguel; ¿Quién será el
loco que esta volando ese avión por estas cumbres? Cuando de improviso escucho
un nuevo estruendo casi cerca de la casa, volvió a pesar para su interior ¡Caramba
se estrelló ese hombre...!
Resolvió levantarse de la hamaca y vestirse
rápidamente, llamo a gritos a sus tres hijos varones mientras María su esposa
despertaba preguntado:
¿Qué pasa Miguel...?
¡No oíste María, el avión...!
Se estrelló aquí cerca dijo Miguel, saliendo
hacia el zaguán de la pequeña casa donde habitaba, ya afuera con sus tres
muchachos a medio vestir le preguntaban papá hacia donde vamos, a ver dijo
Miguel asomándose al patio tras la torrencial lluvia, vamos a subir hacia allá
señalando un cerro donde tenían un sembrado de ajos, y de ahí nos orientamos,
traigan linternas, los cuchillos, y algunas cuerdas, vamos a ver en que podemos
ayudar, se colocaron sus abrigos, tomaron algunos plásticos y salieron todos
juntos hacia el cerro cercano.
Ya en ese sitio mucho mas alto y despejado
empezaron a mirar para todos lados cuando Julio el menor de los hijos dijo,
papá es por allí, se ve un incendio y con esta lluvia no hay duda.
Ya ubicado el sitio todos corrieron hacia
donde señalaba Julio, el avión había caído en medio de otro pequeño sembrado de
ajos donde por cierto todos habían estado esa mañana abonando él cultivo, y se
conocían de memoria el camino por la cantidad de veces que habían subido sacos
de abono hacia esa pequeña parcela de siembra, al llegar todo era silencio tan
solo se oía el chisporrotear de las llamas el crujir del metal caliente de los
motores y partes incendiadas de las alas que cuando le caían las gotas de agua
fría, producía un peculiar sonido como cuando cae agua en aceite hirviendo en
una sartén.
Todo el avión lucia desmembrado, desintegrado
parcialmente, objetos, partes de metal, piezas de plástico, butacas y maletas
todo esparcido y oliendo a gasolina, pero no encontraban a nadie, ningún
cuerpo, por mas que se empeñaron en rescatar a una persona no localizaban
ningún cuerpo, ni a los miembros de la tripulación, ni a los pasajeros, llegaron
hasta lo que quedaba de la parte delantera del avión, veían la cabina toda retorcía
pero no encontraban a nadie.
Ante este misterio Miguel resolvió mandar a
Julio hacia la casa para que llevara un mensaje hacia el comisario del caserío
al cual pertenecía su humilde casa, mas o menos unos 4 kilómetros mas abajo
donde unas 20 casitas de otros lugareños vivían, anda y dile al Don José
"El Comisario" que venga a ver lo que paso, dile lo que viste, pero dile
que antes de venir mande a alguien al pueblo a buscar mas ayuda, el muchacho
salió raudo y veloz con sus 14 años, corría cerro abajo a través de los caminos
de la montaña hasta que llego jadeante a casa de Don José, tocando
apresuradamente la puerta de la casa, Doña Matilde se levanto y pregunto:
¿Quien
es y que quiere...?

A lo que Julio contó todo lo que había
pasado, dijo doña Matilde válgame Dios y ese sinvergüenza no se quedo anoche en
la casa, esta abajo en el pueblo, quien sabe con quien anda, ve y busca ayuda al
pueblo le dijo doña Matilde. Pero queda muy lejos para ir a pie, coge la mula
que esta afuera ponle el bozal y no pierdas tiempo, yo voy a avisar a los del
caserío y vamos a subir a casa de tu mamá a ver en que podemos ayudar.
Julio se monto en la mula vieja y salió por
el camino hacia el pueblo, pensaba para sí en la oscuridad de la noche, menos
mal que este animal se conoce este camino por que lo que soy yo no veo nada, y
menos con esta lluvia. La mula apretaba mas el paso, sabía que iba hacia el
pueblo y más rápido caminaba porque cada vez que iba allá le daban buen pasto y
melaza.
Julio no hacia nada mas que agarrarse de la
crin de la mula que ya dejaba el paso, iba más trotando o casi galopando cerro
abajo, ya muy cerca del pueblo a la entrada estaba la bodega de Don Lucio allí
veía luz y gente.
Dirigió su cabalgadura hacia la bodega,
cuando todos salían a ver quien era el loco que venia con esa lluvia corriendo,
pues en el silencio de la noche los cascos de la mula retumbaban como tambores
de guerra.
¿Pero si es el hijo de Miguel que habrá pasado? se preguntó Don Lucio...
A ver hijo mío, que te trae con esa mula a
estas horas de la noche le preguntaron todos a Julio.
¡Epa! Dijo esa mula es mía, tu que haces con
ella, dijo Don José.
A ver qué pasa, dijeron todos de los
concurrentes.
Dale un vaso de licor para que se caliente,
dijo otro.
Bueno Don José es que Doña Matilde me dijo que
lo buscara por lo que pasó, dijo el muchacho.
Acaba de contar que es lo que pasó, dijo Don
Lucio.
Les relato lo ocurrido en la siembra de ajos,
revolucionándose el ambiente, todos salieron a despertar y dar la alarma al
pueblo. Otros a preparar las bestias para subir al sembrado de Miguel.
Bueno habrá que enviar a alguien a la policía
para avisar, dijo Don José.
Ya todos subían hacia la finca de Miguel
preparados para socorrer a los ocupantes del avión.
Doña Matilde y otros del caserío ya habían
llegado a casa de Miguel y con María preparaban un fuerte café para paliar el
frío del páramo, todos en la casa señalaban hacia donde se veían aun las llamas
del incendio.
A todas estas Miguel y sus otros dos
muchachos revisaban y revisaban y no encontraban a nadie, por mas vueltas que
dieron no habían gente, que extraño se decía para sus adentros, seria que
saltaron en paracaídas se preguntaba, pero este avión no es militar es de
pasajeros se ven ropas y maletas por todos lados y la gente donde está, continuaba
preguntándose Miguel.
Ya casi amanecía cuando empezó a oír gritos
entre la niebla.
Miguel, Miguel, Miguel, donde estás?
A lo que él respondió es ¡Por aquí!
Vio cuando Don José y los del pueblo llegaban
presurosos todos nerviosos y agotados de tanto subir, ¿A ver que encontraste? dijo Don José, Mire, por allí están los motores aun echan fuego y humo, por aquí
parte del avión y un ala, por este otro lado esta la cabina (parte delantera
del avión) pero yo no encuentro a la gente, le dijo en tono bajito y casi al
oído.
Será que no tenías luz para ver, bueno ya
casi amanece con la luz del sol podremos ver mejor, dijo Miguel. Bueno muchachos
a buscar la gente que venia en este avión dijo Don José, y todos empezaron a
escarbar bajo los escombros del avión volteando las piezas grande y pequeñas
pero luego de pasar casi mas de dos horas buscando en vano todos se acercaron a
donde Don José y le dijeron que a pesar de ser ya de mañana y con buena luz no
habían encontrado a nadie.
Que extraño, muy extraño se decían todos, y ¿dónde
están? empezaron a decir, ya entrada la mañana casi cerca del medio día
llegaron los policías y bomberos de la ciudad más cercana todos ellos
presurosos preguntaban dónde están los heridos y muertos, sobrevivió alguien
preguntaban otros.
Don José llamo a todos y les dijo, bueno yo
no se que paso aquí, el avión esta ahí todo destrozado pero gente viva o muerta
no hay, por mas que buscamos no encontramos a nadie. Y ahora que vamos a hacer,
se preguntaban otros, como decimos que no encontramos a nadie, quien nos va a
creer.
Bueno yo solo sé que de ese golpe que se
dieron con el suelo todos deberían estar muertos, y los muertos no caminan,
donde están vete tú a saber, dijo otro. ¿Y si el avión venia sin pasajeros
quien lo pilotaba?, no lo sé, pero por lo menos habría una persona y no
encontramos a nadie, gritaba Don José.
Y en ese instante otra vez los gritos, ¡¡¡Daniel, Daniel!!! ¡¡¡Despiértate que se te hace tarde para ir a clases!!!, dijo mi
mamá. Me desperté y me levante tan sobresaltado, tan sobresaltado que no supe
en que termino lo del avión sin pasajeros.


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