¡Piiiiii! ¡Pipiii! ¡Piii!
¡Deja de tocar el claxon!
¡Arranca de una vez! ¡El semáforo está verde!

El ruido de los coches y las discusiones de los conductores despertaron a mamá pata, que fue a llamar a su hijo.
¡Levántate, Cucú, que es hora de ir al colegio!
Después de vestirse y desayunar, Cucú fue con su mamá hasta la parada del autobús. Allí encontraron a la ardilla Serafina.
Hoy el autobús tarda más que nunca. Llevo aquí media hora y todavía no ha aparecido, se quejó Serafina.
El colegio de Cucú está al otro lado de la autopista y no tardaríamos casi nada en llegar andando. Pero no podemos cruzarla... se quejó mamá pata.
Son cosas del progreso contestó Serafina. Se construyó la carretera para circular más deprisa, pero todas las hormigas se compraron coche y ahora hay unos atascos terribles.
Y cada día nos tenemos que levantar más temprano para ir al colegio, se quejó Cucú.
Nicolasa, la guardia de tráfico, que estaba oyendo la conversación, intervino: He intentado convencer a las hormigas de que vayan varias en un coche, pero es imposible. Quieren ir en fila, cada una en su coche.
¿Por qué hoy tarda tanto el autobús, Nicolasa?, dijo Cucú.
Están ampliando la carretera y primero damos paso a los coches de los bomberos y a las ambulancias, que tienen más prisa. Los autobuses y los coches particulares tendrán que esperar. Contestó Nicolasa, Creo que las abejas se están comprando helicópteros para llegar antes.
¿Para qué quieren las abejas helicópteros si tienen alas?, preguntó Cucú.
También las hormigas tienen patas y prefieren ir en coche, aunque tarden más... ¡Pronto se nos olvidará andar!, contestó Nicolasa.
El mundo se ha vuelto loco, suspiró Serafina.
Nosotros tenemos alas, mamá, dijo Cucú.
¡Es verdad! ¡Los patos podemos volar! ¡Y nadar!, recordó mamá pata muy contenta.
¡Por supuesto!, dijo Nicolasa. Los patos pueden ir por tierra, mar y aire.
En ese instante, llegó el autobús; iba lleno hasta los topes y la ardilla Serafina tuvo que subirse a empujones.
¡Nosotros vos vamos volando!, dijo mamá pata levantando sus alas torpemente porque ya no tenía costumbre de volar.
Dentro del autobús, los viajeros estaban muy enfadados.
¡Estamos tan apretados que no podemos ni respirar! ¡Tenemos que reunirnos y solucionar este asunto!
Ya están ensanchando la carretera... dijo el conductor.
Antes, cuando no había carretera, íbamos andando y tardábamos menos.
Yo...tardaba lo mismo, aclaró Babar, el caracol.
Tres días después los habitantes del bosque se reunieron. Después de mucho discutir, llegaron a la conclusión de que no había necesidad de usar coches para circular por el bosque de Delco, pues era lo bastante pequeño como para atravesarlo andando. Dejaron la carretera para las ambulancias, los autobuses y los coches de bomberos. Y los animales lentos, como el caracol Babar, se compraron una bicicleta.
Desde entonces, Cucú se levanta una hora más tarde para ir al colegio.
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